Paola y Paulina no se conocen, sin embargo, tienen una historia en común: ambas llegaron donde el doctor Nicolás Pereira para tratar su linfedema provocado por distintas causas, pero ocasionando los mismos síntomas. ¿Existe algún procedimiento que lo mejore? La respuesta es sí y aquí enlazamos ambas historias para dar a conocer la mejora en su calidad de vida después de la cirugía.
El sistema linfático es el encargado de llevar líquido desde los tejidos hacia el sistema circulatorio. Pero ¿qué pasa si falla? Este líquido comienza a acumularse -principalmente en brazos y/o piernas- provocando hinchazón o edema, conocido como linfedema.
Dependiendo de la causa, el linfedema se puede clasificar en:
- Primario: Cuando se produce por anomalías en el desarrollo del sistema linfático.
- Secundario: Cuando se dañan los vasos linfáticos producto de un cáncer, cirugía, traumatismo o infección.
Los síntomas son notorios y molestos, y así lo dejan entrever Paola y Paulina, ambas pacientes que fueron operadas por el doctor Nicolás Pereira, cirujano plástico y director de Clínica NEA, hoy quisieron contar su testimonio:
Paola: linfedema primario
En un abrir y cerrar de ojos. Así, literalmente, Paola recuerda cómo un día despertó con una pierna más hinchada que la otra. “Tenía 21 años cuando lo noté por primera vez. Al principio no era tan marcado, sin embargo, después de un embarazo se acentuó notablemente”.
De esta historia, han pasado 30 años y un ir y venir por médicos especialistas. Todos con distintas ideas y diagnósticos. “De pronto mi vida se transformó en una pesadilla. Fui a varios médicos y entre las cosas que me decían era que tenía la sangre muy gruesa, que debía estar acostada un mes, que necesitaba masajes manuales o una compresión neumática”, dice.
Así, Paola llegaba a cada consulta sin perder la esperanza, pero salía con más preguntas y respuestas poco empáticas. “Un día un doctor me dijo que no me iba a morir de esto, pero que tenía que acostumbrarme y quedarme así para siempre porque no había solución. Fue horrible, además estaba embarazada. Empecé a tener problemas de autoestima mientras veía cómo la hinchazón aumentaba cada vez más”, revive.
Pasaron los años y Paola seguía revisando alternativas. “Cada cierto tiempo buscaba en internet la palabra linfedema y no había nada en Chile. Un día, en enero de 2019, apareció un doctor experto que había vuelto del extranjero. Al principio no lo creí, después pensé que sería muy caro para mí, pero mi hijo me respondió que ¡teníamos que agendar una hora! Miramos y se llamaba Nicolás Pereira. Al abrir su foto pensé que era muy joven, hasta que miré su currículum y vimos que era seco”, sonríe al recordarlo.
Llegó el 19 de enero, el día de la consulta. “Fui con mucho miedo, pero también con ganas de encontrar la solución. Es difícil contarlo sin emocionarme”, rememora.
Durante el encuentro el doctor Pereira le indicó que haría todo lo posible por ayudarla. “Me dijo que necesitaba un examen para ver si podía operar. Luego me explicó cómo sería la cirugía, las anastomosis, que es un bypass del sistema linfático al venoso. Me hice el examen y me llamó por teléfono. ¡Sí podía operarme!”, señala.
Paola sabía que, después de tantos años, no mejoraría al 100 por ciento. “Pero tenía que hacerla. Esta enfermedad ya era cara y, junto a mi familia, hicimos un esfuerzo para poder hacerme las dos cirugías”, explica.
Y después del largo camino, por fin había soluciones. “Mi calidad de vida mejoró notablemente, ya que el linfedema disminuyó mucho. Pero aún faltan cosas por hacer, como ir a la piscina sin sentirme observada. Después de tanto tiempo hay un daño psicológico donde uno se retrae. La gente se burla de enfermedades así, por lo general son poco empáticos”, indica.
Por último, Paola no sólo siente un profundo agradecimiento por haber encontrado al doctor Pereira que dio con el diagnóstico y la solución, sino que también por el apoyo de su familia, de los kinesiólogos y de todos aquellos que debieron lidiar con su enfermedad. “Hoy estoy muy agradecida y me encantaría que todos los que tienen linfedema pudieran hacerse esta cirugía, pero no todos son candidatos. Por eso, me gustaría pedir respeto y empatía hacía todas las personas que tienen una dolencia parecida. Es fundamental”, finaliza.
Paulina: linfedema secundario
Los 42 años de Paulina son para no olvidar. Dividía el tiempo entre su familia, el trabajo y el fin de un magíster que la mantenían ocupada gran parte del día. Sin embargo, el diagnóstico repentino de un cáncer llegó a su vida, provocando un gran remezón.
“Tengo 3 niños. En ese entonces, de 5, 6 y 7 años. Justo estaba trabajando de manera independiente y entregando una tesis de magíster, por lo que era un período de mucho estrés cuando me dijeron que tenía cáncer de mama y ganglios axilares comprometidos. Fue una época de mucha incertidumbre”, recuerda.
Paulina se enfocó en su recuperación, en estar bien, en mejorarse para sus hijos y, entre las decenas de conversaciones y papeleos, vuelve atrás y se acuerda que en algún momento le pasaron un folleto sobre los cuidados del linfedema. “¿La verdad? No lo miré, ni le presté atención”, dice.
Linfedema. Qué lejana parecía esa palabra en medio de la lucha contra el cáncer, hasta que un día notó cómo se le hinchaba el dedo gordo de la mano izquierda. “Lo miré. Era justo el lado en el que me habían sacado todos los ganglios. Al mes ya tenía muy hinchada la mano y parte del brazo. Esa situación me provocó una gran tristeza. Recién estaba saliendo de los tratamientos y operaciones del cáncer y ahora tenía que lidiar con algo extra”, expresa.
“No esperé. Mi abuela tuvo cáncer de mama y pasó por lo mismo que yo, entonces conocía la enfermedad y su progresión. Sabía que debía actuar lo más rápido posible y operarme. Era la única y mejor alternativa”, agrega Paulina.
Así fue como una búsqueda en internet hizo que llegara donde el doctor Nicolás Pereira. “Pedí hora inmediatamente con él después de investigar la operación y conocer cuáles eran las consecuencias del linfedema”, señala.
“El doctor me dio toda la confianza, así que el día de la cirugía, recuerdo que la operación fue simple y no tuve dolor. La recuperación fue un poco más larga, pero puedo decir que todo el proceso ha sido fantástico”, señala.
Hoy, a cuatro años del diagnóstico, Paulina está contenta. No sólo venció el cáncer de mama con compromiso de ganglios, sino que también las consecuencias del linfedema. “Por eso recomiendo que todas aquellas personas que tengan o puedan tener linfedema, darse la posibilidad de conversar con el doctor Nicolás Pereira. Es una persona muy sencilla, amable y muy profesional. Me hizo sentir tremendamente apoyada desde el primer instante”, enfatiza.
Paulina, además agrega la importancia de la calidad de vida, de recuperarse, de mirarse al espejo y olvidar que en algún momento el linfedema estaba empeorando y podía salir de control.
“Mi calidad de vida mejoró en un 100 por ciento. El brazo y la mano nunca más se hincharon como antes. Hago todo tipo de actividades, aunque igual debo tener algunos mínimos cuidados. Mi vida ha cambiado mucho”, complementa y cierra con que “he tomado en cuenta que esta enfermedad es progresiva, por eso quise operarme lo antes posible, para evitar llegar a un punto insostenible y muy doloroso como fue la experiencia de mi abuela”.